Es preciso que la filosofía sea un saber
especial, de los primeros principios y de las
primeras causas.
La naturaleza no hace nada en vano.
Fuera de la sociedad, el hombre es una bestia o
un dios.
La necesidad ha hecho aparearse a quienes no
pueden existir el uno sin el otro, como son el varón
y la mujer.
No hay que prestar atención a quienes nos
aconsejan, so pretexto de que somos hombres, no
pensar más que en las cosas humanas y, so pretexto
de que somos mortales, renunciar a las cosas
inmortales.
El hombre es un animal político.
El instante es la continuidad del tiempo, pues
une el tiempo pasado con el tiempo futuro.
Todos los gobiernos mueren por la exageración de
su principio.
Aquellos que educan bien a los niños merecen
recibir más honores que sus propios padres, porque
aquellos sólo les dieron vida, éstos el arte de
vivir bien.
La belleza del hombre está o en la sonoridad, o
en el significado.
La poesía es más profunda y filosófica que la
historia.
El género humano tiene, para saber conducirse,
el arte y el razonamiento.
En parte, el arte completa lo que la naturaleza
no puede elaborar y, en parte, imita a la
naturaleza.
No todo término merece el nombre de fin, sino
tan sólo el que es óptimo.
Los predicados del predicado se extienden
también al sujeto.
Las cosas se llaman equívocas cuando tan sólo
tienen de común el nombre.
La verdadera causa final reside en los seres
inmóviles.
El ser inmóvil mueve como objeto del amor, y lo
que él mueve imprime el movimiento a todo lo demás.
El imitar es connatural al hombre.
Todos o casi todos distinguen el alma por tres
de sus atributos: el movimiento, la sensación y la
incorporeidad.
No hay nada que envejezca tan pronto como el
recuerdo del beneficio.
La amistad es un alma que habita en dos cuerpos;
un corazón que habita en dos almas.